Chile
y Perú en La Haya: una nueva oportunidad
Emilio
José Ugarte (*)
El
diferendo limítrofe entre Chile y Perú en la Corte Internacional de Justicia de
La Haya (CIJ) plantea algunas cuestiones que deberíamos tener en cuenta. Lo
primero es la persistencia de la distancia en la relación bilateral, un hecho
que se hunde en las profundidades de una historia que debiera ser mucho más
estrecha y solidaria. Sucede que las relaciones chileno-peruanas son
especiales y responden a una lógica que va más allá del mero ámbito diplomático
y vecinal, ya que están fuertemente condicionadas por la herencia aún viva de
la Guerra del Salitre. Esta condicionante proviene de las consecuencias mismas
del conflicto y de la incorporación del
mismo como parte del corpus identitario
y nacional de ambos países.
En segundo
lugar, más allá del resultado del diferendo, que esperamos sea favorable a
nuestro país, no es difícil aventurar que las relaciones sufrirán un retroceso
importante. Pretender que el mercado y los intercambios comerciales lo manejen
y lo resuelvan todo es, a estas alturas, excesivamente idealista. Es evidente
que el comercio ayuda mucho a la transferencia de ideas y al conocimiento
mutuo. Por ejemplo, la expansión del Islam en el sudeste asiático y en el
África subsahariana se hizo, en gran parte, gracias al comercio. Los lazos
comerciales son importantes y lo seguirán siendo.
Sin
embargo, no se puede dejar todo en manos del mercado. Las relaciones entre
Estados son una mezcla de política, intercambios culturales, conocimiento
recíproco y vínculos comerciales. Perú claramente lo dejó claro en el proceso
al desechar la tesis de las “cuerdas separadas” impulsada por Chile y seguir
adelante el juicio, más allá de los lazos comerciales con nuestro país. El
asunto de La Haya abrirá heridas, creará anticuerpos y potenciará a los
sectores nacionalistas de ambos países. Todo lo que se ha avanzado en la
relación bilateral puede sufrir un golpe importante. Se hace necesario entonces
que las autoridades de ambos países, y nosotros mismos, seamos responsables en
asumir cualquier cosa con altura de miras y con un sentido de futuro.
Tercero,
porque el contexto actual en que convivimos chilenos y peruanos es mucho más
complejo. Las interacciones entre ambas sociedades son mayores y más rápidas
debido a las nuevas tecnologías y medios de comunicación. Chile y Perú son
países que han apostado por abrirse al mundo, lanzarse a la gran piscina de la
Globalización y la economía mundial. Además, la gran comunidad peruana
residente en nuestro país, que congrega a más de 150 mil personas, implica un
nuevo desafío para ambos países.
Está claro
que históricamente chilenos y peruanos hemos navegado por los mares del
resquemor, la desconfianza y el recelo, pero más que nada hemos sido víctimas
del desconocimiento mutuo. No sabemos mucho de los peruanos y ellos nos
desconocen bastante, por lo que hemos caído en la permanente tentación de
llenar esos vacíos con el prejuicio, la desconfianza y el temor. La Haya tal
vez sea la gran oportunidad para, de una vez por todas, romper con ese
paradigma y comenzar una nueva relación con nuestros vecinos.
(*)
Licenciado en Historia, Periodista y Magister en Estudios Internacionales.