lunes, 10 de diciembre de 2012

Chile y Perú en La Haya: una nueva oportunidad



Chile y Perú en La Haya: una nueva oportunidad


Emilio José Ugarte  (*)

El diferendo limítrofe entre Chile y Perú en la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ) plantea algunas cuestiones que deberíamos tener en cuenta. Lo primero es la persistencia de la distancia en la relación bilateral, un hecho que se hunde en las profundidades de una historia que debiera ser mucho más estrecha y solidaria. Sucede que las relaciones chileno-peruanas son especiales y responden a una lógica que va más allá del mero ámbito diplomático y vecinal, ya que están fuertemente condicionadas por la herencia aún viva de la Guerra del Salitre. Esta condicionante proviene de las consecuencias mismas del conflicto  y de la incorporación del mismo como parte del corpus identitario y nacional de ambos países.

En segundo lugar, más allá del resultado del diferendo, que esperamos sea favorable a nuestro país, no es difícil aventurar que las relaciones sufrirán un retroceso importante. Pretender que el mercado y los intercambios comerciales lo manejen y lo resuelvan todo es, a estas alturas, excesivamente idealista. Es evidente que el comercio ayuda mucho a la transferencia de ideas y al conocimiento mutuo. Por ejemplo, la expansión del Islam en el sudeste asiático y en el África subsahariana se hizo, en gran parte, gracias al comercio. Los lazos comerciales son importantes y lo seguirán siendo.

Sin embargo, no se puede dejar todo en manos del mercado. Las relaciones entre Estados son una mezcla de política, intercambios culturales, conocimiento recíproco y vínculos comerciales. Perú claramente lo dejó claro en el proceso al desechar la tesis de las “cuerdas separadas” impulsada por Chile y seguir adelante el juicio, más allá de los lazos comerciales con nuestro país. El asunto de La Haya abrirá heridas, creará anticuerpos y potenciará a los sectores nacionalistas de ambos países. Todo lo que se ha avanzado en la relación bilateral puede sufrir un golpe importante. Se hace necesario entonces que las autoridades de ambos países, y nosotros mismos, seamos responsables en asumir cualquier cosa con altura de miras y con un sentido de futuro.

Tercero, porque el contexto actual en que convivimos chilenos y peruanos es mucho más complejo. Las interacciones entre ambas sociedades son mayores y más rápidas debido a las nuevas tecnologías y medios de comunicación. Chile y Perú son países que han apostado por abrirse al mundo, lanzarse a la gran piscina de la Globalización y la economía mundial. Además, la gran comunidad peruana residente en nuestro país, que congrega a más de 150 mil personas, implica un nuevo desafío para ambos países.

Está claro que históricamente chilenos y peruanos hemos navegado por los mares del resquemor, la desconfianza y el recelo, pero más que nada hemos sido víctimas del desconocimiento mutuo. No sabemos mucho de los peruanos y ellos nos desconocen bastante, por lo que hemos caído en la permanente tentación de llenar esos vacíos con el prejuicio, la desconfianza y el temor. La Haya tal vez sea la gran oportunidad para, de una vez por todas, romper con ese paradigma y comenzar una nueva relación con nuestros vecinos.


(*) Licenciado en Historia, Periodista y Magister en Estudios Internacionales.

Tsunesaburo Makiguchi



Tsunesaburo Makiguchi (1871 - 1944)

Nació el 6 de junio de 1871. Fue un educador reformista, filósofo y escritor, que fundó la Soka Kyoiku Gakkai. Como maestro, se dio a conocer por su calidez y consideración.

La preocupación central de Makiguchi fue reformar el sistema educativo de la época que desalentaba el pensamiento independiente y reprimía la creatividad de los estudiantes, proponiendo un enfoque educativo más humanístico y centrado en el educando.


Creía que la educación, en lugar de servir a los intereses del Estado, debía centrarse en la felicidad de los estudiantes. Sus ideas sobre la educación, y su teoría sobre la creación de valor, fueron expuestas en 1930 en su libro Soka Kyoikugaku Taikei (Teoría Pedagógica de la Creación de Valor), donde refutaba la lógica del gobierno militarista que buscaba usar la educación para formar sirvientes obedientes e incondicionales del estado.
La tragedia golpeó la vida de Makiguchi cuando tres de sus cuatro hermanos fallecieron. Sintiendo una profunda necesidad de explorar el significado de la vida y la muerte, estudió algunos textos budistas. En 1928, a la edad de 57 años, Makiguchi encontró en el budismo de Nichiren Daishonin, una filosofía que concordaba con su propia forma de pensar. Dos años después, el 18 de Noviembre de 1930, él y su colega Josei Toda, fundaron la Soka Kyoiku Gakkai (Sociedad Educativa para la Creación de Valor).
En sus orígenes, estaba formada por un grupo reducido de educadores que se dedicaban a la enseñanza, pero paulatinamente la organización fue enfocándose hacia la práctica y el estudio del budismo. Makiguchi estaba convencido de que esta filosofía centrada en la transformación de la sociedad por medio del cambio interior individual, era el medio para lograr la reforma social fundamental que él y sus colegas habían intentado a través de sus esfuerzos educativos.
En 1937, Makiguchi se convirtió en el primer presidente de la Soka Kyoiku Gakkai. Viajó a lo largo del Japón apoyando a los miembros en la profundización de la fe en las enseñazas de Nichiren Daishonin e impartiendo sesiones de estudio. De esta forma comenzó la tradición de mantener reuniones de diálogo, grupos reducidos donde la gente intercambiaba puntos de vista y compartía experiencias de su practica budista.
En 1942, treinta mil personas formaban parte de la organización. Durante la Segunda Guerra Mundial, el gobierno militarista impuso el Shintoismo como religión del Estado. Fue tanta la presión que incluso los sacerdotes, que habían sido responsables de proteger la pureza de las enseñanzas de Nichiren Daishonin, rogaron a Makiguchi que aceptase el talismán Shintoista, pero él se opuso. En 1943, junto a otros líderes de la Soka Kyoiku Gakkai, fueron detenidos como “delincuentes ideológicos”. El 18 de noviembre de 1944, Makiguchi murió en una prisión.

Algo que deberíamos saber



El deporte  es la actividad física que desempeña a nivel profesional y es tomada como tal cuando dicha actividad tiene una institución legal y acreditada en la organización mundial del deporte.
Como todos sabemos el deporte tiene variadas influencias en la vida, como en la salud, pero también tiene una labor no muy tomada en cuenta: su papel sociabilizador.
En los últimos años la tecnología ha adquirido un nivel de demandas impresionante, el problema es que esto ha generado muchos quiebres y la relación interpersonal se ha ido diluyendo
Bourdieu: “el espacio social se constituye de tal forma que los agentes o grupos se distribuyen en él en función de su posición en las distribuciones estadísticas (…) Según los dos principios de diferenciación que, en las sociedades avanzadas, son, sin duda, los más eficientes, el capital económico y el capital cultural”. Estos dos grandes principios de diferenciación social comprenden tres agentes socializadores principales:
El deporte (el juego) tiene un enorme potencial socializador, al ayudar a interiorizar normas y valores sociales.
Es así como  el deporte ejerce una gran influencia en la mente, en el cuerpo, en la creatividad y la sociabilidad.